Si bien en las calles habaneras algunos amantes al deporte suelen reconocerme por mi trabajo en los medios nacionales, adjudicarme casi de forma exclusiva la temática futbolera es una constante. No obstante, desde niño y hasta hoy, béisbol e Industriales son dos pasiones indivisibles para mí.
Reciente en la red de redes me apareció una entrevista del periodista Carlos Hernández Luján al otrora estelar lanzador de los Leones, Lázaro de la Torre. Verla fue la confirmación de estar viviendo tiempos en los cuales será muy difícil encontrar actuaciones como las del abridor de aquel 19 de enero de 1986.
Pero antes de llegar a ese año, varias fueron las anécdotas contadas por el Brazo de Hierro de la Capital en el programa televisivo Glorias Deportivas. “Me inicié como muchos, jugando el conocido cuatro esquinas con amigos en el municipio Cotorro, aunque yo era de San Miguel del Padrón”.
“Tras culminar el servicio militar entré en la tercera categoría del béisbol en la capital. En aquel momento aún no era lanzador, pues me desempeñaba como torpedero, en los jardines y de manera ocasional en la primera base”. Con apenas 17 años llamaba la atención su potente brazo.
Precisamente, dicha fortaleza en la mano diestra hizo que en varias ocasiones se le pidiera subirse montículo para salvar situaciones complejas de su conjunto. Todo esto ocurrió con la novena Dulce Nombre del Cotorro, en el tercer nivel de la pelota capitalina.
Transcurrió poco tiempo y tras su andar por la segunda categoría, se le escogió para formar parte de la selección dos. Esta se enfrentó al elenco del Psiquiátrico, compuesto por peloteros de Industriales y Metropolitanos como Pedro Medina, Armando Capiró, Reynaldo Linares y José Ramón Cabrera.
Según cuenta Lázaro de la Torre en el espacio del canal Tele Rebelde, el primero de los juegos lo ganó 3×2, a pesar del jonrón de Medina. En el juego final de aquellos enfrentamientos de preparación, el derecho volvió a salir victorioso, esta vez 4×1 en la Ciudad Deportiva.
Lázaro de la Torre su historia en el beisbol cubano
Para 1978 se produjo su debut en Series Nacionales con los Metros y dejó récord de 5-3. En ese mismo año en la Serie Selectiva alcanzó siete triunfos más, siendo un gran año en lo personal para él con 12 éxitos de forma general. Cinco temporadas después pasó a las filas de los azules.
“Si bien en 1986 logramos el campeonato, individualmente quedé en deuda al no presentarme de buena manera en aquel partido final en el Latinoamericano”. Entre risas, de la Torre calificó de sorpresa el no haber podido avanzar en el partido, así como tampoco lo hizo Reynaldo Costa por Vegueros.
Más adelante en la conversación rememoró sin tantos detalles la semana en la cual se paró en el centro del diamante seis partidos seguidos. “Estábamos en la Selectiva de 1986 y el domingo le dije a Pedro Chávez que me dejara relevar el primero del doble para luego abrir el segundo. Ambos los gané”, acentuó a la pregunta de Hernández Luján.
“Algunas cosas las he olvidado, no recuerdo bien contra que equipos fue, pero después de ese domingo lancé nuevamente los tres juegos entre martes y jueves”. Y sin mencionar tampoco el rival, recordó que el sexto duelo sucedió dos días después. Sencillamente brutal.
“Mi preparación era correr, correr y correr. Además, realizaba ejercicios de fuerza y también lanzaba con pelotas de goma, así como hierro”. Quizás por eso la ausencia de lesiones en el pitcher capitalino más ganador de la pelota cubana con 208 victorias.
Nunca en contra de Industriales
Sobre propuestas de otras provincias para dirigir, de la Torre mencionó lo ocurrido tras una llamada del Primer Secretario del Partido en Matanzas luego de la salida de Víctor Mesa. “Usted será el nuevo manager de Matanzas. Cuenta con casa en Varadero y carro 24 horas. Mi respuesta fue sencilla”, dijo Lázaro.
“Nunca enfrentaré el color azul. Jamás jugaré en contra de todo lo que forje y toda la historia que construí. Él me entendió y me dijo que sabía de mis convicciones”. Es evidente cual es la intención del diestro citadino, dirigir a Industriales en la Serie Nacional.
Finalmente también habló de las pocas oportunidades en el equipo Cuba. “Fui el mejor lanzador derecho de los Juegos Centroamericanos de 1982. Por eso nunca pude comprender mi situación en el conjunto nacional. Tanto así que en los Panamericanos de 1987, hice el equipo pero no tuve actuación”.
Al cierre del programa agradeció las muestras de cariño de quienes si nunca le han fallado, el pueblo. Dice recibir mensajes en su móvil hasta de Guantánamo para preguntarle cuando entrenará a algún equipo. Y como colofón, resulto directo al expresar que de haber tenido el mismo trato que Lazo en Pinar o Llanes en la Isla él hubiese sido más ganador del béisbol cubano.
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