La 63 Serie Nacional ya anda por la segunda mitad de su calendario regular, con varios equipos en dura batalla por los puestos cimeros y figuras que han resaltado con su presencia el torneo. Justo por esta etapa de la lid tradicionalmente se celebraba antes un momento especial de la competencia: el Juego de las Estrellas.
Casi todas las ligas existentes en materia de béisbol a nivel mundial programan como un espacio infaltable este tipo de partidos, generalmente a mediados de contienda, con vistas a reconocer a los peloteros más destacados, acercarlos a los aficionados y ser testigos de acontecimientos relevantes, sea el reencuentro con veteranos o la aproximación con los niños que asisten para observar a sus ídolos.
Todo ello acompañado de una serie de opciones que convierten en una fiesta este acontecimiento.
En la historia de las Series Nacionales, el Juego de las Estrellas ha sufrido incontables baches en su camino, con períodos de ausencia prolongada o llamativa “innovación” en los nombres de los elencos contendientes.
Recordemos aquel desafío de 1994 y los planteles bautizados con los peculiares apodos de Truenos y Centellas o el del 2020 con las Estrellas del Presente rivalizando ante las Estrellas del Futuro.
El último Juego de las Estrellas celebrado tuvo lugar en el yumurino parque Victoria de Girón, en la 61 campaña, ganado por Occidentales 12×11 sobre Orientales, en extrainning.
Incluso en plena pandemia, donde era riesgoso sanitariamente concentrar un gran número de personas procedentes de diversas regiones, se mantuvo el desafío.
Para la 62 Serie no se planificó este encuentro y lo mismo aconteció con vistas a la actual temporada, en ambos casos alegando la tensa situación económica que enfrenta el país, la cual es innegable pero, a pesar de ello, con una mejor planificación y uso óptimo de los recursos disponibles, pudiera celebrarse el encuentro.
Tengamos en cuenta que, aún dentro de las limitaciones actuales, siempre hay actividades que resultan priorizadas aunque aporten poco o nada para la afición. Evidentemente para los directivos de la Serie Nacional, celebrar un Juego de las Estrellas está por debajo en la lista.
Pensemos en cuántas figuras dejan de tener esta especie de estímulo luego de presentar un excelente rendimiento en el certamen, sobreponiéndose a las mismas limitaciones que enfrentan sus compañeros. Además, en los últimos años, y para bien del espectáculo, el Juego de las Estrellas había ganado en competitividad, algo que está seriamente en peligro de perderse.
Algunos pudieran hablar de la celebración de la Serie de las Estrellas al finalizar la pasada Liga Élite. Es criterio de este autor que no existen paralelos entre ella y el mencionado Juego de las Estrellas.
Tengamos en cuenta que la Serie de las Estrellas fue un evento organizado a última hora, que contó con presencia de escuadras de México y Venezuela y que tenía un calendario que daba oportunidades al peor equipo de la fase de todos contra todos a llegar a la final y levantar el cetro.
Esas características difieren totalmente de las tradicionales en un Juego de las Estrellas. En Cuba se acostumbraba a otorgar la sede del duelo al elenco de mejores resultados hasta la fecha o al “eléctrico” de la justa luego de años discretos.
En 2024 la sede perfectamente hubiera podido ser Pinar del Río, la provincia cuyo equipo ha sido más estable y actualmente encabeza la tabla de posiciones.
Lamentablemente no será así. El Capitán San Luis no acogerá en su grama a las luminarias que se destacan en la 63 Serie y la afición seguirá esperando por el regreso de estas festividades, anhelando que no sea esta otra tradición perdida en el béisbol cubano.
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