La temporada de fútbol recién ha iniciado. No más de cinco jornadas en las cuatro grandes ligas europeas, así como apenas una fecha de la nueva Champions League. No obstante es un tiempo razonable para comprender las quejas de jugadores y entrenadores respecto al calendario.
No se necesita ser un experto en economía a la hora de encontrar una conclusión palpable en exceso. Más partidos es sinónimo de mayor cantidad de ingresos. A la par, representa un cúmulo de esfuerzo superior en las piernas de los protagonistas encima del verde.
Rodri Hernández, centrocampista del Manchester City, dejó clara una postura tajante hace solo unos días cuando se le interrogó por la posibilidad de una huelga. Y es entendible. Entre clubes y selecciones nacionales varios futbolistas pudieran alcanzar o sobrepasar los 70 duelos en el curso 2024-2025.
Dicho así de rápido no deja de sonar a locura. Los entrenadores de fútbol encienden más de una vela cuando llega el turno de las fechas FIFA. El surgimiento de la Nations League, con variante incluida esta campaña al agregar encuentros de cuartos de final, condiciona las prestaciones físicas de los de corto.
Temporada de fútbol 2024-25 y la nueva estructura de la Liga de Campeones
A todo ello, la actual edición de la Liga de Campeones también trae como regalo dos choques más en la fase inicial. Más allá de las innovaciones en dicha competición, el otro certamen con ribetes de preocupación es el Mundial de Clubes ampliado. Esto será en el verano de 2025.
Si los patrocinadores junto a las organizaciones aspiran a mostrar un espectáculo con todas las de la ley, esta fórmula tiene un gran problema. La sumatoria desmedida de partidos obliga a los entrenadores a rotar más de lo previsto, principalmente en aquellos elencos con opciones de títulos.
Esto provoca la lógica ausencia de figuras relevantes en juegos, donde el rating se eleva debido a los equipos implicados. Es imposible pretender con un calendario en el cual el balón se mueve casi cada tres días el poder ver en la cancha siempre a los mejores, esos con los cuales las taquillas se agotan.
Ni hablar de los equipos médicos de cada conjunto. A ellos se les exige ser magos para mantener en pie a las estrellas de fútbol y al resto de unas plantillas cuyas carencias son tapadas por los canteranos. Hace muchos años desaparecieron las verdaderas pretemporadas. Ahora son giras para vender la marca.
Y ojo, a sueldos millonarios, requerimientos superiores. Ahora, a fin de cuentas son seres humanos expuestos a cargas por encima de lo permitido para algunos cuerpos. Mientras más lesiones, menos posibilidades de disfrutar de ese espectáculo promovido por los mandamases.
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