Una de las problemáticas del deporte cubano a la hora de la vinculación con los medios de prensa es la discrepancia cuando se hace uso del comentario crítico. De un lado se interpreta como excesivo y del otro como necesario, siempre con las bases requeridas para no incurrir en injusticias.
En pocas ocasiones se valida la opinión del profesional al no entenderla como ente indisoluble en el camino hacia la búsqueda de ese desarrollo del atleta o el equipo, según la disciplina. Ahora, sin más rodeos, retomo para esta web la temática del fútbol cubano tras los partidos de Nations League en CONCACAF.
Sentirse insatisfecho por la puesta en escena de los Leones del Caribe encima de la cancha no es pecado. Y ojo, las pretensiones nunca han sido visualizar a una selección sobrada de talento balón al pie y capacitada para desde la presión asfixiante someter al rival.
Generaciones a un lado, así como pérdida de jugadores de forma constante, a Cuba le cuesta mostrar un estilo reconocible, incluso por nosotros mismos. Tampoco es cuestión de esquemas o modelos pues a fin de cuentas la ejecución siempre va a depender de las piezas elegidas.
Por razones lógicas, cada entrenador formula en su cabeza una manera con la cual intenta anular al contrario. Ser más o menos defensivo en el parado táctico no desluce la propuesta. Ahora, ver al a once nacional con escasas herramientas de mitad de cancha hacia delante invita a la impotencia.
Entre los matices con los cuales se distingue la labor de un técnico por encima de otro se encuentra el poder potenciar en todo su esplendor el rendimiento de sus jugadores. Cuando en el rompecabezas algo no encaja, la obra es incompleta y el objetivo queda solo en la promesa inicial.
Equipo Cuba en sus últimas presentaciones
Claro, una arista sostiene cualquiera de los discursos, el resultado. Desde el ascenso a la División A de la Liga de Naciones en nuestra región en 2023, Cuba apenas ha sido derrotada una vez. Esto ocurrió frente a Honduras con un 4-0 inapelable, pero la permanencia ya era realidad.
Empatarle a los propios hondureños, a Haití o, más recientemente a Jamaica, son logros pocas veces vividos en épocas recientes del más universal cubano. Eso sí, lo cortés no quita lo valiente y luego de tres años con un elenco repleto de internacionales las aspiración en cuanto a la forma puede ser otra.
Después de la igualdad a cero en casa de los Reggae Boyz la inconformidad por el desempeño quedó opacado al estar casi una hora con un hombre menos. Esto no es un dato menor, así como tampoco lo es el estar conscientes de la superioridad de una nómina sobre otra.
Días más tarde la historia tuvo un final totalmente distinto. Existe una premisa no escrita en los libros de fútbol en la cual se entiende como prioritario hacerse fuerte al jugar en casa, sobre todo para los equipos de menor perfil. Esto frente a Nicaragua no se cumplió y veremos si al final cuesta.
Sin la intención de etiquetar mediante el demérito a los nicaragüenses, estos llevan no más de una década con pasos firmes en este deporte. El resultado no es bueno y envolverlo o enmascararlo con la idea del punto sumado deriva en un pensamiento conformista.
La generación ofensiva es escasa, para muchos incluso casi inexistente. Es ahí hacia donde se debe enfocar el objetivo en pos de corregir algo con lo cual se puede subir el escalón anhelado. Mientras el mejor en la mayoría de ocasiones sea el guardameta, el problema es profundo. Por su puesto, hay solución.
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