Lo que comenzó como una historia de redención en la nueva era de los Atléticos se ha convertido en una pesadilla que se extiende juego tras juego. Tras un arranque de temporada ilusionante, con récord positivo y señales de vida tras años de reconstrucción, el equipo dirigido por Mark Kotsay ha perdido el rumbo por completo y se hunde en la tabla de posiciones sin señales claras de recuperación.
En los últimos 20 encuentros, Los A’s apenas han conseguido dos victorias. El balance de 2-18 no solo es alarmante por los números, sino por la forma en que se ha producido: derrotas constantes, palizas dolorosas y una rotación de lanzadores que simplemente no está al nivel de las Grandes Ligas.
El mayor culpable de este derrumbe ha sido, sin dudas, el cuerpo de lanzadores. Con una efectividad colectiva de 5.78 —la peor de toda la MLB— el bullpen de los Atléticos no ofrece garantías ni al abridor más optimista. Y si se observa solo el rendimiento desde el 1 de mayo, el panorama empeora: los lanzadores han permitido un promedio de carreras limpias de 7.01, los rivales les batean para un robusto .290 y conectan con fuerza: un slugging colectivo de .520 que retrata la fragilidad del pitcheo.
Ni el bateo, que ha mantenido cifras competitivas, puede compensar un déficit tan abismal desde el montículo. Hay talento ofensivo, sí, pero no hay margen de maniobra cuando cada rival parece encender los cañones sin resistencia.
Lo más preocupante es que, hasta ahora, no se vislumbra una solución clara. No hay refuerzos a la vista ni ajustes que hayan surtido efecto. El equipo depende de una mejora urgente en sus lanzadores, algo que hasta ahora no ha ocurrido.
La temporada aún es larga, pero el tiempo para corregir el rumbo empieza a agotarse. Lo que parecía una historia de resurgimiento podría terminar siendo otra página amarga en la turbulenta historia reciente de los Atléticos.
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