No puedo imaginarme al jugador que tiene que cobrar un penalti. Debe sentir pánico. Me imagino allí, en el grupo, mientras el entrenador soñaba con el dedo índice a quién le toca. Y quisiera con todas mis fuerzas no ser uno de los privilegiados. Por eso soy un simple periodista y no un jugador de fútbol. Porque me falta valentía. Porque el temblor me deja escribir, pero estoy convencido que no me permitiría caminar desde la línea del centro del campo hacia el punto incrustado a un paso de la portería.
Por eso sentí compasión por los jugadores de la Roma, que han vuelto a lo mejor en El espanto del pensamiento que te dice que puedes fallar, fallaron. Y en segundos pasaron de ser héroes, a fungir como villanos de una historia que los guardará en página secundarias. Y sentí también una profunda admiración por aquellos semillistas que otra vez se le pusieron al miedo y vencieron. Por eso subía es el rey: porque no se achica, porque en medio de la tensión, se eleva y maneja las aguas turbulentas, porque sabe lo que hace hasta en las más difíciles circunstancias.
La imagen del partido es el rostro adusto de Mendilibar cuando Montiel confirmó el triunfo sevillista. Ah, caramba, Mendi, podrías haberte permitido el lujo de celebrar, de sonreír al menos, tú que eres artífice de esta gesta, porque sí: es una gesta. Muchas veces cometemos el error de exagerar cualquier triunfo en el deporte. Y sin embargo, esta vez toca volver a caer en ese pecado. Cuando Mendilibar llegó a Nervión, encontró un equipo endeble, tan frágil como una copa de cristal.
Él lo reconstruyó, Como tantas veces reconstruyó también equipos de Segunda, de regional, de todas las categorías. Leí en Twitter hace un rato que a lo mejor en la cena de Navidad, cuando Mendilibar todavía no tenía trabajo, se habría reído en la cara de quien lo hubiese sugerido que el último día de mayo, La última noche de mayo, sería el entrenador del equipo campeón de Europa League.
🤍 ¡𝗖𝗔𝗠𝗣7️⃣𝗢𝗡𝗘𝗦 de 𝗘𝗨𝗥𝗢𝗣𝗔! ❤️#WeareSevilla #NuncaTeRindas #UELfinal pic.twitter.com/KP9xPVzmpu
— Sevilla Fútbol Club (@SevillaFC) May 31, 2023
Sevilla y Mendilibar tienen un color. Y no caben en esta crónica los groseros errores arbitrales de Taylor, porque empañarían a lo mejor el elogio a un equipo que ha levantado la copa jugando siete finales. No, el Sevilla no merece esa mancha y José Luis tampoco. Solo pido a Dios que sea ese un matrimonio longevo y a nadie se le ocurra separar a un entrenador tan grande con un ego tan pequeño de un equipo con semejante pasión.