José Mourinho nunca ha sido un tipo complaciente cuando el arbitraje le ha perjudicado. Tras la final de la Europa League ante el Sevilla, el entrenador luso volvió a rajar en rueda de prensa e incluso en el parqueo del estadio donde se efectuó el juego contra la actuación de Anthony Taylor.
El inglés favoreció al Sevilla, según palabras de The Special One. Y sustentó ese criterio en varios ejemplos a lo largo de los más de 140 minutos disputados sobre la grama del Puskás Arena. «Es una vergüenza», su frase más repetida.
Todos sabemos que esta sucedería tras acabar el partido, sordos y la Roma terminaba cayendo. Primero, por las constantes muestras de inconformidad evidenciadas en el banquillo de la Loba durante el encuentro, y segundo por la gravísima acción en la cual ni Taylor ni el VAR interpretaron como penalti una mano bastante evidente de Fernando en el área sevillista.
«Gané 5 finales europeas y perdí esta, pero nunca había vuelto a casa tan orgulloso», dijo Mourinho a los periodistas, antes de asegurar que «el árbitro parecía español. A Erick Lamela le tenían que sacar la segunda tarjeta amarilla, no la sacó y luego marcó uno de los penales«.
«La influencia de los árbitros en nuestros partidos es una cosa a la que ya estamos acostumbrados, pero en una final europea no me lo esperaba», abundó, antes de salir al parking y buscar al equipo arbitral de Taylor para demostrarle su descontento.
También trascendió que el Mourinho lanzó su medalla de plata a la grada, donde la capturó un joven aficionado romanista. «Me quedo con las de oro. Regalo las de plata. No las quiero». Sobre su futuro, dijo que todo se sabrá en los próximos días, pero que le queda un año de contrato.