El avance del Miami Heat y de los New York Knicks a la segunda ronda de playoffs de la NBA dejó la escena lista para el regreso de una de las grandes rivalidades en la liga.
De hecho, todo el que veía la NBA a finales del siglo XX recuerda la saña en los duelos entre los equipos de la Ciudad del Sol y la Gran Manzana. Sin dudas eran partidos extremadamente físicos, que no pocas veces terminaron en broncas tumultuarias.
A partir de 1997, ambas franquicias se cruzaron cuatro años seguidos en post-temporada, y siempre la serie tuvo que definirse en el séptimo partido.
Ahora los Knicks avanzaron tras eliminar a Cleveland Cavaliers, gracias a los talentos de Jalen Brunson, RJ Barrett y Julius Randle , quien está lesionado. A su vez, el Heat fue verdugo de los Milwaukee Bucks, primeros sembrados de la Conferencia Este.
De nuevo Jimmy Butler se echó el equipo a cuestas. Su desempeño le calló la boca a quienes le negaron el premio al Jugador Clutch del año. Por cierto, ya dijo que jugar en el Madison Square Garden no le quita el sueño.
LA FIEREZA DE RILEY
De vuelta a la rivalidad Heat–Knicks, la revista Sports Illustrated la considera la tercera mejor en la historia de la NBA.
El encono en sus duelos tuvo mucho que ver con un factor común: la fiereza que les inculcó Pat Riley, quien dirigió a New York y luego al Miami.
En 1997 tuvieron su primera gran bronca, cuando P.J. Brown volteó al neoyorquino Charlie Ward. Al año siguiente vino la pelea entre Alonzo Mourning y Larry Johnson, que dejó al coach Jeff Van Gundy por el suelo.
Esta temporada los Knicks vencieron al Heat en tres de sus cuatro enfrentamientos. Sin embargo, una cosa es la campaña regular, y otra los playoffs.