Darío Suárez es uno de los delanteros más influyentes que ha pasado por el fútbol cubano en los últimos años. Con una trayectoria loable en los equipos habaneros y selecciones nacionales, su salto al profesionalismo también ha resultado satisfactorio con una carrera prolífica en el balompié estadounidense. Hace apenas unos días contó algunas anécdotas inéditas en el canal del Youtube del periodista Henry Morales.
«En el año 2014, mucha gente a lo mejor no lo sabe, la Asociación de Fútbol de Cuba me sancionó a un año sin poder disputar ningún partido internacional tras un juego del Campeonato Nacional entre Camagüey y Ciudad de La Habana por la lucha de tercer lugar. En ese momento me encontraba albergado en el Marrero con la selección sub 20 y cogí el dengue y el médico me mandó para la casa, dónde estuve en cama», contó Darío.
«En ese estado llegó el duelo de ida en la Polar y el entrenador Lacho dijo que si ganábamos 4-0 no íbamos a Camagüey pues perderíamos por forfeit 3-0, con lo cual nos llevábamos la eliminatoria. Efectivamente, al llegar ese momento muchos no quisieron ir por la promesa del técnico y otros en realidad estábamos enfermos, como fue mi caso», añadió.
El jugador conocido como «Super Darío», continúo reconociendo que en Cuba todo lo generalizan y «me metieron en esa bolsa: vino el entrenador Chande y me dice que Lacho estaba tratando de sancionar a todos los que se ausentaron a la vuelta en Camagüey».
«Fue a la Comisión Nacional y al final terminaron sancionando a los jugadores de la selección. En ese entonces íbamos para los Panamericanos de Guadalajara 2011 y no nos dejaron ir ni a mí ni a Marcel Hernández ni a Yaudel Lahera», relató.
En ese momento, explicó Darío, de la selección de mayores también sancionaron a los hermanos Colomé y a un muchacho que su mamá tenía cáncer en ese momento. Imagínate entonces, tremenda mierda como decimos los cubanos, explicaron que yo tenía dengue y Luis Hernández, presidente de AFC, argumentó entonces que mi sanción era por mala comunicación.
«Eso me afectó mucho», comentó, ‘ incluso quise dejar de jugar y comencé a trabajar con mi papá en una panadería en 124, en la plaza de Marianao, estaba tan decepcionado que no quería volver pese a tener proyecciones para la sub 23 e incluso para la selección de mayores. Mi papá se dió cuenta de que estaba cometiendo un error y dijo que había algo así como una auditoría en la panadería y que tenían que sacarme. De todas formas , aunque regresé y me convocaron, ya me di cuenta de que no alcanzaría nada más en el fútbol cubano»
A partir de ahí llegó un momento de máxima relevancia en la vida de Darío Suárez: pensó en buscar la manera de jugar profesional, que desde niño, dice, es el sueño de todo el mundo. «Vino la Copa Oro en el 2015 y hablé con mi papá, que fue la única persona a quien le conté mis planes, le dije que tomaría la decisión de quedarme y me dijo que sí, que echara para delante, que él cuidaría a mi abuelo, que era el único familiar allegado que me quedaba en Cuba».
«La llegada la copa Oro fue un desastre, con jugadores que se quedaron varados o no pudieron ir y en el partido ante México nos pasaron por encima, yo ni siquiera recibí la confianza para abrir como titular y entré de cambio».
«Traté de aportar lo máximo posible porque no me gustaba, aunque no critico al que lo haya hecho, dejar a la selección abandonada desde el principio. El primer encuentro fue en Arizona, el segundo en Chicago contra Trinidad y tampoco fui titular y el tercero sería en Charlotte contra Guatemala. Ahí ya me decidí», cuenta.
Darío relata con lujo de detalles la manera en que decidió quedarse en Estados Unidos: «Después del entrenamiento del día antes lo hice. Ellos nos llevaban a hacer algunas compras y ahí me fui, corrí como un loco como tres millas, atravesé un campo de golf, fui a parar a una gasolinera por allá, no sabía ni hablar inglés «.
A partir de ahí el habanero comenzó una nueva etapa desde cero, con todas las dificultades que eso entraña y conseguir los papeles fue su primera meta. «Un jugador cubano que ya se había quedado me recogió, me llevó para su casa y ya al tiempo bajé para Miami y empecé desde cero».
Darío Suárez aclara que Mario Lara no tuvo nada que ver con su abandono ni con el de nadie de los jugadores que se quedan en Estados Unidos. «Incluso lo he visto muchas veces recomendándole a los muchachos que no se queden porque él sabe el trabajo que pueden pasar acá después. Cuando llegué a Miami él fue una de las personas que más me ayudó».
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