La serie de entrevistas de Backstage Deportivo en la Familia Cubana todavía conserva episodios inéditos y en esta ocasión adelantamos algunas de las declaraciones ofrecidas por el exvoleibolista Tomás Aldazabal.
Tomás vivió un momento que ningún atleta quisiera vivir, y quién conoce al menos de soslayo la historia del movimiento deportivo en Cuba sabrá al instante la profundidad del suceso: “lo retiraron». Un buen día, cuando se preparaba para entrenar, lo llamaron a una oficina y tomaron por él la decisión más importante de toda su carrera.
Había sido durante años uno de los principales voleibolistas del elenco nacional masculino de la Isla, al que le entregó los mejores tiempos de su trayectoria, todo el esfuerzo y un rendimiento notable. A sus 47 años, recuerdo aquellos infaustos días en que le comunicaron su salida de la selección, junto a otro de los buenos jugadores que ha dado este país, Pavel Pimienta.
«No nos dieron la oportunidad de decir ‘me cansé’, ni existió ninguna consideración, no por ser figuras, sino por la edad que ya teníamos y haber salido y virado tanto de Cuba. Nos podían haber sentado y dado una explicación, aunque no nos gustara. Un día estábamos entrenando y cuando ya tú llevas mucho tiempo en un lugar, te das cuenta de cuando están mudando las cosas, seguimos en lo nuestro y al rato llaman a Pável para una oficina.
» Los jóvenes que allí estaban, que eran Juantorena, Oriol, Simón, Leal, preguntaban qué pasaba. Al rato me llaman a mi y cuando voy a entrar sale Pavel con lágrimas en los ojos. Le dije que se esperara ahí, porque antes de eso suceder la misma Comisión nos había informado que Portugal tenía interés en contratarnos a los dos. Al entrar me explican que la edad nuestra ya no tenía nada que ver con los muchachos jóvenes, que no soportaríamos las cargas, me levanté, saludé a cada uno, y les comenté que las formas no habían sido las correctas», narra Tomás.
Y añade: «Eso provocaría que los que estaban allá afuera nos preguntaran y sacaran sus conclusiones, le comenté a Diago, Samuels y compañía. Y luego le dije a Pavel: vamos para Portugal, aunque él me contestó que nunca más entraría a un terreno de juego. Cuando salimos de la reunión a recoger la mochila, vinieron todos los muchachos y les dije: «nos acaban de botar». Al final, todos esos muchachos que estaban allí terminaron yéndose».
—¿Cómo se produjo tu llegada a Portugal?
Llegué a Portugal en 2009, pero antes estuve 2008 entero haciendo las gestiones en la Ciudad Deportiva, buscando firmas, persiguiendo gente que casi nunca estaban, luchando con toda esa burocracia. Muchos de los dirigentes de ese tiempo fueron atletas y coincidieron con mis padres, yo lo comenté con mi papá, la lucha que tenía para que me dieran la liberación para poder irme al contrato. Mi papá me dice que iría conmigo al otro día, pues había conseguido con la mayoría de aquellos dirigentes. Y ese día me dijeron que lo que yo quería no podía ser.
«Pero yo soy una persona con suerte y me encontré con Christian Jiménez. Tú sabes cuándo uno está a punto de desistir de algo. En aquel entonces así estaba yo. Cuando me encontré con Christian no sabía nada de mi situación, le explico y me dice que cómo era posible que él no hubiese firmado mi papel, si ni siquiera lo vio. Apareció todo en un instante. Entonces firmó mi liberación y pude irme en 2009 para Portugal, dónde estuve tres años¨. Explicó Tomás Aldazabal.
— ¿Y a Brasil cómo llegas?
Cuando regreso de Portugal , estaba la estampida de jugadores cubanos para el exterior con contratos, aunque no fuesen de la selección nacional. A los clubes les convenía porque se llevaban a jóvenes por el valor que esos mismos clubes quisieran. Conozco en Portugal a mi esposa, ex jugadora de voleibol, con quién me fui a Brasil. La documentación demoraba tres años, pero conocí a un grupo de amigos que me invitaron a jugar y entrenar, organizaron un campeonato bastante bueno y allí me lesioné la rodilla, por supuesto eso me apartaría totalmente del voleibol profesional.