El «bombazo» mediático y deportivo que representa el hecho de que Cuba vaya a medirse en partidos amistosos de fútbol a dos selecciones de la élite continental —e incluso mundial— debería fungir como punto de giro en los resultados y en el nivel de juego de la escuadra que dirige Pablo Elier Sánchez, llamada a dar un salto de calidad a mediano plazo.
Este será un fiel prefacio de la Copa Oro, pues aun con las ausencias difundidas por Marcelo Bielsa del elenco charrúa y las que deberá presentar Chile, siguen siendo los dos sudamericanos, equipos superiores a la gran mayoría de sus similares de CONCACAF. Por ello Cuba tendrá ante sí la posibilidad de medir sus posibilidades en la cita regional.
No obstante, sería iluso pensar que los Leones del Caribe competirán «sí o sí» o lucharán por la victoria ante Uruguay y Chile. Esa no debería ser la mentalidad. Es más, ante ambos conjuntos la premisa debería ser desarrollar el juego que quiere Pablo Elier e intentar hacerlo de la mejor manera posible con un nivel de exigencia atípico para los jugadores cubanos.
Serán, además, escenarios complejos. Y así es mejor, por supuesto. La experiencia se gana en situaciones difíciles. Uruguay, por ejemplo, disfrutará del debut de Bielsa y no querrá perder. Cómo es lógico, es preferible tratar de competirle a Uruguay que tratar de ganarle a República Dominicana, con todo respeto. Parece una mejor manera de elevar el nivel.
Veremos entonces si la ausencia de figuras como Onel Hernández, Dairon Reyes o Karel Espino no daña excesivamente el esquema de los criollos y la solvencia defensiva permite un flujo creativo en el centro del campo que permita llegar al equipo con claridad a partir de los tres cuartos de cancha.
Pablo Elier tiene trabajo y su mano deberá notarse, más que en estos dos partidos, en la Copa Oro, dónde sería un éxito rotundo pasar a la segunda etapa, anhelo que debería ser la meta más inmediata de la selección.