Antonio Romero fue uno de los lanzadores más estables que tuvo Industriales durante aproximadamente un lustro. Sin embargo, pocos conocen la historia de cuando fue rechazado para integrar la nómina del equipo La Habana, decisión que le llevo a aspirar a hacer el grado por el equipo insignia.
Hoy, Romero es entrenador de su propia academia de pitcheo donde ha trabajado con varios lanzadores cubanos profesionales, en los que destacan Cionel Pérez, Yosver Zulueta y Randy Labaut. En entrevista de la serie de Backstage Deportivo de la Familia Cubana, conversó al respecto de uno de los pasajes más interesantes de su carrera, Industriales.
«Tuve una temporada en la que a Ian Rendón lo lesionan tres días antes del inicio de la Serie por una línea al box que le dió en el dedo de la mano de tirar en un partido ante Metros y me informan que haría el rol de abridor», comenta.
«Ese año empezamos con una subserie fuera y yo no hice el viaje con el equipo, me quedo en La Habana preparándome para abrir el primer juego en el Latino contra provincia Habana», añade.
Y asegura Romero que ese fue un año de reivindicación: «no soy rencoroso, pero enfrentarte al equipo donde no te aceptaron, era un plus. Hoy en día le estoy agradecido al manager que creyó que yo no era capaz de lanzar por La Habana porque me dió la oportunidad de ser pitcher de Industriales. Pude mejorar año a año»
«Ese juego fue muy bueno», recuerda Antonio Romero, «lo ganamos, tiré seis o siete innings y me hicieron una sola carrera. Recuerdo cuando iba saliendo del estadio que me encontré con Lombillo saliendo del túnel y él me abrió los ojos, quizás pensó que no lo saludaría. Yo sí le dije, «qué tal profe, cómo está»…
Y él me contesta: «te vi muy bien Antonio». «Gracias profe, y gracias también por haberme dado la oportunidad de jugar por este equipo». Me salió de forma espontánea esa respuesta, no lo planifiqué ni nada por el estilo. A lo mejor fui un poco rudo con él», concluye Antonio Romero.