Que Onel Hernández declinara a viajar al Caribe para representar a Cuba en la fecha FIFA que se avecina representó un balde de agua helada para los aficionados y, sobre todo, para un colectivo técnico que apenas unas horas después de perder a su jugador de más talento, conoció también la noticia de la lesión de Luis Javier Paradela, el capitán y líder del ataque de la selección, durante un partido de la Liga de Costa Rica.
Con semejantes varapalos fuera de las canchas, afrontar una doble programación ante Honduras parece una prueba de mucha exigencia para un grupo inexperto, que deberá agarrarse a la disciplina y a las ganas de hacer como principales herramientas para al menos competirle a una escuadra a priori superior y favorita para superarla en los dos pleitos a efectuarse, primero en República Dominicana, y luego en suelo catracho.
El grueso del grupo que partió desde Cuba con destino Santo Domingo y llevaba días entrenando con vistas a la relevante jornada de selecciones de la FIFA, ya se encuentra en suelo quisqueyano, a medida que van llegando los llamados «Legionarios» , algunos de los cuales ya están bajo el mando de Yunielys Castillo , que afronta los duelos de mayor dificultad en su incipiente etapa, y otros que deben arribar en las próximas horas para preparar de forma fugaz el primer cotejo.
Honduras no será un oponente sencillo, ni mucho menos. Está un escalón por encima de Suriname y quizás parejo con Haití, cuenta con un entrenador de experiencia en estos menesteres como Reinaldo Rueda y jugadores de talento, entre ellos «el choco» Lozano , que fin de semana tras fin de semana choca con las defensas más férreas de la primera división de España.
Por ello, las ausencias de Onel y Paradela, junto a otras ya conocidas y arrastradas de encuentros precedentes, son un golpe demasiado severo, pues en ellos estaba la esperanza de poder emular de cierta medida el talento centroamericano, que ahora deberá hacerse, con el mayor respeto de los convocados, a partir de mayor fortaleza colectiva y de cumplir a cabalidad un plan táctico que permita atenuar las principales virtudes del oponente de turno.
Esto no quiere decir que Cuba deba pensar solo en su rival y no aspirar a desarrollar su propio juego, en absoluto, si algo debe definir a la selección en esta nueva etapa es una seña de identidad que pueda ir de la mano de una flexibilidad de esquemas en dependencia de los niveles tan variables de la región en cuanto a los oponentes que pueda tener delante.
En Santo Domingo debería verse, en todo caso, el trabajo del nuevo colectivo técnico que definirá si Cuba está o no capacitada para dar un paso al frente en Concacaf. El partido de vuelta en Tegucigalpa será solo valioso en dependencia de lo que se vea en la ida, con la posibilidad de la Copa América, aunque posible, todavía como un sueño lejano en el horizonte.