La temporada de las Grandes Ligas cerró con una Serie Mundial digna de época. Dos potencias, Angeles Dodgers y Toronto Blue Jays, protagonizaron una final que reflejó la grandeza del béisbol moderno: dos caminos distintos hacia un mismo destino, la gloria.
Dodgers volvió a demostrar por qué es una organización modelo. Con una nómina de superestrellas y una estructura deportiva impecable, combinaron experiencia, talento y profundidad en todas las facetas del juego. En contraste, Blue Jays apostó por la juventud, el ímpetu y la energía competitiva de un grupo decidido a desafiar cualquier pronóstico.
Esta Serie Mundial nos dejó momentos memorables: el surgimiento de Trey Yesavage, quien mostró madurez y dominio bajo presión; el aporte silencioso pero determinante de Miguel Rojas, un veterano que encarnó la consistencia; y las actuaciones magistrales de Yoshinobu Yamamoto, quien reafirmó su estatus como uno de los brazos más dominantes del béisbol actual.
En el lado canadiense, George Springer volvió a hacerse sentir cuando más cuenta, mientras que Vladimir Guerrero Jr. demostró que está hecho para brillar en los grandes escenarios. Su presencia fue un recordatorio de que el talento joven sigue marcando el rumbo de este deporte.
Ahora, con el título decidido, los 30 equipos comienzan una nueva carrera. Algunos, como Seattle Mariners, campeones del Oeste de la Liga Americana, buscarán consolidar su proyecto y seguir construyendo sobre bases firmes. Otros deberán reinventarse, hacer ajustes y encontrar una nueva identidad para competir.
La próxima temporada traerá nuevas caras en los banquillos, dirigentes con ideas frescas y visión moderna. Tony Vitello representa esa nueva generación de managers: estrategas que entienden tanto el valor del dato como el del instinto dentro del diamante.
Dodgers, con su bicampeonato y un núcleo repleto de estrellas, parecen encaminados a construir una dinastía moderna, pero lo hermoso del béisbol es su imprevisibilidad: cualquiera de los 30 equipos puede sorprender. En este deporte, la pasión y el trabajo colectivo aún pueden derribar gigantes.
Por mi parte, también quiero que esta nueva temporada sea diferente. Estaré desde el Spring Training, cerca de la acción, para contar cada historia y cada detalle desde el terreno. Quiero que quienes me leen vivan el béisbol como yo lo siento: con intensidad, con respeto y con la emoción de cada nuevo comienzo.
El béisbol no termina. Solo cambia de forma. Y con cada temporada, nos recuerda que la grandeza siempre está a un lanzamiento de distancia.


