El 2025 fue un año de emociones para los fanáticos de los Seattle Mariners. No solo porque su inmortal, Ichiro Suzuki, fue elegido al Salón de la Fama con casi unanimidad; también porque King Félix, el lanzador que simbolizó grandeza y lealtad en la lomita, apareció por primera vez en la boleta de la BBWAA. Su debut vino acompañado de un 20.6% de los votos.
Ese 20.6% no solo es una cifra: es el primer escalón de una escalera que, aunque empinada, está más cimentada de lo que algunos podrían pensar. Pasó ampliamente el umbral del 5% necesario para seguir en futuras boletas. Como bien lo han señalado analistas, este arranque no es trivial: es comparable al de otros lanzadores que finalmente ingresaron al Salón después de varias votaciones.
Una Época, un Estilo: El Rey de una Era de Transición
Para comprender la grandeza de Félix Hernández, hay que entender la época en la que jugó. No fue un lanzador de acumulación masiva, de 3000 ponches ni 250 victorias; tampoco tuvo el lujo de lanzar para equipos ganadores que catapultaran sus números hacia lo clásico. Su carrera transcurrió en un momento en que el béisbol comenzaba a transformarse:
Los innings por apertura se reducían: los lanzadores ya no se esperaban para completar partidos tan seguido como en otras épocas. El valor comenzaba a desplazarse hacia la dominancia de pico, más que los conteos tradicionales de victorias. Se valoraba cada inicio como un acto de guerra, no como un simple trámite.
En ese escenario, Félix brilló. Fue Cy Young en 2010, terminó subcampeón otras dos veces (2009 y 2014), ganó el título de ERA en 2010 y en 2014, y en el corazón de su carrera mantuvo un nivel élite.
Pero más que esos logros, lo que realmente lo distingue es cómo influyó en nuestra forma de medir a los pitchers modernos: ya no bastaba con tener muchos innings o acumulados, sino ser dominante.
La Soledad de un Rey en un Reino Difícil
Félix lanzó todos sus 15 años en las Grandes Ligas con los Mariners. No jugó en equipos con repetidas contiendas al título; muchas veces fue el único faro de luz en un club que luchaba por trascender.
Terminó su carrera con 169 victorias, 3.42 de ERA, 2,524 ponches y más de 2,700 innings lanzados. Logró el juego perfecto más recordado de su historia: el 15 de agosto de 2012, ante los Rays, en Safeco, completando 27 bateadores sin permitir nadie llegar a base. Mantuvo una consistencia excepcional durante su mejor etapa: entre 2007 y 2015 promedió más de 200 entradas por temporada, con strikeouts por encima de los 200. Como dicen en Seattle, su legado está por todas partes: es el líder histórico de los Mariners en victorias, ponches, entradas y aperturas.
Lanzar para un equipo que raramente llegaba a los playoffs no le quitó brillo: al contrario, subrayó su grandeza cuando no tenía un “carro ganador” que lo impulsara. Su historia se convirtió en la de un guerrero solitario, un rey en un reino difícil.
Impacto y Huella: Más Allá de los Números
El impacto de Félix fue tan emocional como estadístico:
La “King’s Court”: los fanáticos llenaban las gradas del jardín izquierdo con camisetas doradas y pancartas con “K” cada vez que subía a lanzar. Esa sección se volvió sagrada; cada salida suya era una especie de ritual. El carisma de su pico: su dominio no era esporádico, era sostenido. Cuando subía al montículo, sabías que algo podía pasar: una blanqueada, un relevo impecable, un momento histórico. Un legado para los lanzadores modernos: como tú bien dices, su carrera marca un antes y un después en cómo se mide el valor de un abridor en esta nueva era: ya no solo los acumuladores tienen derecho a la inmortalidad, también los que dominan intensamente por un periodo.
¿Por Qué Su 20.6% Abre Puertas para el Futuro?
Ese primer 20.6% es más que un inicio: es un mensaje. Algunos puntos que quiero destacar:
Hay casos históricos similares: varios jugadores que comenzaron con porcentajes bajos terminaron siendo electos tras varios años de acumulación de apoyo. La percepción puede cambiar con el tiempo: conforme más votantes reconozcan la importancia del “pico dominante” sobre los conteos tradicionales, el caso de Félix podría cobrar aún más peso. Su boleta no va a desaparecer pronto: superó con creces el mínimo para seguir, lo que significa que tiene múltiples oportunidades para consolidar su candidatura.
Nostalgia y Pasión: La Historia del Rey que Nos Encantó
Para muchos de nosotros —especialmente los marineros de corazón— ver a Félix lanzar era más que disfrutar a un buen pitcher: era ver a un héroe moderno, fiel a su escudo, peleando siempre con dignidad. Recuerdo noches en las que su salida nos reunía a todos: radio, tele, en T-Mobile Park. Esperábamos ese brillo especial que solo King Félix podía ofrecer.
Su perfecto en 2012, con 12 ponches, fue un momento de esos que se quedan grabados en la memoria colectiva. No solo porque no permitió a nadie embasarse, sino porque lo hizo con garra, con temple, como sólo un verdadero rey lo haría.
Conclusión: Sí, Félix Hernández Merece Cooperstown
En mi opinión, Félix Hernández merece llegar a Cooperstown. No por sus acumulados más tradicionales, sino por el peso de su legado:
Fue un lanzador de élite en una era difícil para los abridores. Su pico fue de campeón: Cy Young, temporadas dominantes, y un juego perfecto que quedará para siempre en la historia. Fue el rostro de una franquicia que pocas veces brilló colectivamente, y aun así logró encender reflectores hacia él. Su historia humana —su lealtad, relación con los fanáticos, la “King’s Court”— es parte del mito de los Mariners.
Ese 20.6% en su debut no es un techo: es una plataforma. Cada año puede sumar más, especialmente si la comunidad de votantes continúa reconociendo la transición de cómo se valora a los lanzadores en el béisbol moderno.
Estoy convencido: con el tiempo, mientras más gente entienda su impacto auténtico, King Félix no solo será recordado en Seattle, sino que finalmente ganará su lugar en Cooperstown.


