Cionel Pérez fue uno de los mejores lanzadores jóvenes de su generación, líder de Matanzas bajo la dirección de Víctor Mesa y actual jugador de los Orioles de Baltimore. Llegó a Estados Unidos con el sueño de triunfar y ha logrado una estabilidad desde su firma por los Astros de Houston en el ya lejano 2016. En diálogo con Pelota Cubana, cuenta interesantes anécdotas de su etapa en Cuba.
Preguntado por un partido en el cual el mítico 32 le ofreció un móvil, Cionel Pérez cuenta: «Hay varias anécdotas en esa anécdota. Primeramente, estaba conociendo a mi mujer en aquel momento, aunque solo hablábamos por teléfono. Me dije que yo lanzaría al otro día y le dedicaría el triunfo a ella. Pues empecé (de hecho, tengo el juego en disco grabado, porque lo televisaron), en el tercer inning di creo que una base por bolas y Víctor Mesa salió y me formó lo suyo, pero yo estaba enfocado y pensaba que ese era mi día».
«Era el último juego a mitad de temporada antes de los Centroamericanos de Veracruz 2014. Ya en el séptimo inning había caminado bastante bien y Víctor me dice: mira, si tiras el juego completo te tengo un iPhone cuando llegues a Varadero. Yo creo que tenía un blackberry anaranjado en ese entonces (risas). Pues tiré las nueve entradas y ponché como a diez. En el octavo había puesto lanzadores a calentar y le dije que qué cosa era eso, que sentara a los del bullpen. En cuanto llegamos a Varadero me puso dos iPhone delante, uno dorado y uno negro, para que pudiera elegir», rememora el pitcher zurdo de 27 años.
Añade Cionel Pérez: «Yo tiré dos temporadas en Cuba, se puede decir que la primera fue para 2,45 o algo así y la segunda para 2,05, o sea, muy bien. Gracias a Dios no recibí muchos regaños de Víctor Mesa, de hecho, me ponía mucho de ejemplo en los mítines, pero habían peloteros más jóvenes y veteranos también que la presión de Víctor les afectaba».
Sin embargo, confiesa que una vez estaba dando muchas bolas y Victor lo amenazó con mandarlo para el Palmar de Junco. «Y yo como diciéndome: coño, mi comida está aquí. Además, que en mi primer año el salario lo subieron, de 105 pesos a mil y pico de pesos cubanos, como 45 dólares», narra.
«Y yo decía: cojo refresco, lo que me den, y es algo que voy haciendo. Tuve muy buena relación con la mujer de Víctor y con sus hijos también. Fui de los pocos peloteros que tuve la confianza de decirle a Eneida, me voy para mi casa, y ella me decía: vete, que yo se lo digo a Víctor», confiesa Cionel Pérez.
«De hecho, tengo una anécdota incluso que estuve en mi casa la noche anterior a un juego que era por la mañana, pero salí y le di siete ceros a Sancti Spiritus, es decir, yo le cumplía y no tenía problemas», concluye.