Los casos de atletas positivos en exámenes antidopaje no han cesado. Cuba no ha escapado de ese fenómeno, a pesar de los habituales controles a que son sometidos los competidores nacionales y a que la cantidad sea pequeña comparado con otros países.
En ocasiones es suficiente hasta el consumo de una sustancia con fines médicos para que se vaya a pique el esfuerzo y los sueños de una vida. Algo así le sucedió a uno de los mejores judocas paralímpicos cubanos de la historia, el santiaguero Sergio Arturo Pérez.
El hijo de la tierra indómita llegó a integrar la selección nacional juvenil hasta que sus problemas visuales le hicieron tomar un nuevo rumbo, iniciando su carrera en el deporte para discapacitados.
En los Juegos Paralímpicos de Sydney, 2000 derrotó por ippón a sus cuatro adversarios en los 60 kg: el húngaro Norbert Biro, el coreano Il Keun Kim, el español José Carlos Ruiz y el ruso Veniamin Mitchourine, siendo el primer campeón de Latinoamérica en esa edición.
Previamente se había lesionado durante una sesión de barras en el gimnasio. Se cayó y se lastimó el hombro derecho. Por poco no puede asistir a la magna cita.
Recuperado de todas sus dolencias ganó el oro, el sábado 18 de septiembre, en los Juegos Paralímpicos de Atenas, 2004, venciendo en la final de los 60 kg al nipón Makoto Hirose.
Retiro del título paralímpico al cubano Sergio Arturo Pérez
Sin embargo, seis días después perdió la presea dorada al dar positivo en la prueba antidopaje con la sustancia prednisolona en la muestra de orina, un antiinflamatorio prohibido en ese momento y que no supo cómo fue que llegó a su cuerpo, además de ser totalmente inútil pues ni siquiera mejora el rendimiento deportivo en el judo.
Cuando llegó al país y se le explicó todo con respecto al medicamento, razonó que incluso se lo pudo suministrar un miembro del equipo técnico cubano, porque cuando ganó la semifinal uno de sus entrenadores le dio un supuesto recuperante.
Sergio Arturo le dijo que tenía en su bolso pero él insistió en que tomara el de la competencia. Antes de la final le dijo al entrenador que no se sentía bien. Durante el combate no sudaba como era habitual en él, los oídos le silbaban, casi no escuchaba y cuando derrotó al japonés, en medio de la alegría del entrenador Senén Ramos, solo alcanzó a pedir agua porque sentía que ardía por dentro.
A su regreso hizo todo lo posible por apelar la decisión pero la Federación Cubana alegó que era demasiado tarde para reclamar y que no existían pruebas suficientes. Fue el peor momento de su carrera y aunque se puso en duda su reputación, sintió el apoyo incondicional de la familia, sus compañeros de equipo y de los máximos directivos del deporte a nivel mundial y del Comité Paralímpico Internacional.
De este modo se escapó su sueño de ser el primer bicampeón paralímpico del judo cubano, algo que luego consiguieron Isao Cruz (Sídney 2000 y Beijing 2008) y Dalidaivis Rodríguez (Londres 2012 y Río de Janeiro 2016). En su tercera y última aparición en Juegos Paralímpicos, Sergio Arturo quedó séptimo en los 60 kg en Beijing 2008.
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